El laberinto de los libros (crónica)
Era domingo, llegué a las 18 horas, 15 minutos tarde de lo
pactado con mi amiga, me entusiasmaba más la salida, que la propia Feria del
Libro y no es que, no me gusten los libros, sencillamente, me parece una
exageración, desde el precio del café hasta el precio de la mayoría de los libros.
Crítica, también, a la inflación, obviamente, que nos tiene a todos en vilo. Me
parece importante que este tipo de eventos sea accesible para todos y todas,
que los libros sean accesibles para todos y todas, pero bueno, ese es otro tema
y hoy no me explayaré.
Sin embargo, estando en el lugar, me encontré con mi amiga,
compramos una entrada para mí, 1200 pesos, dolor de bolsillo para mí, ella es
docente, así es que, entró gratis, un golazo.
Años anteriores, pude visitar la feria, también, pero en un
día de semana, por lo que, en esta visita pude ver muchísima más gente. Ya
estaba ahí, dispuesta a ingresar.
Ingresamos, un espacio muy grande, dividido en sectores
para cada provincia del país o municipios, además de instituciones del estado
nacional y de la Ciudad de Buenos Aires. Nosotras hicimos un recorrido breve,
sinceramente, nos interesaba más el área de las editoriales, por lo que, finalizado
ese primer espacio, salimos, seguidamente, cruzamos como un pasillo blanco, que
tenía en ambos lados, la cronología de los 40 años de democracia en la
Argentina. Increíble, las fotos, esos temas me llaman mucho: democracia,
dictadura, violaciones a los derechos humanos, etc. Desde la asunción de
Ricardo Alfonsín, un 10 de diciembre de 1983, hasta la actualidad, con Alberto
Fernández. Todos esos años plasmados en fotos icónicas que muestran los
períodos de cada gobierno. Las que mayor sensibilidad me generaron fueron, las
de las madres de Plaza de Mayo, la de Néstor Kirchner sacando los cuadros de los
milicos, la del juicio a las juntas militares y las de la crisis del 2001.
Al otro lado del túnel blanco, nos esperaba el sector de
las editoriales, propiamente dicho, un laberinto. Me parece que sería mejor si
pudieran ser más específicos en cuanto a la distribución y la ubicación de las
editoriales, de tal forma que, la gente no se pierda. Sumarle a eso, la mejor
orientación para la búsqueda de libros específicos, temáticas o autores.
Pasamos por Sudestada, Siglo XXI, Agape libros, Santillana, Fondo de Cultura
Económica, Nuestra América y alguna más que ya no recuerdo. Encontré, por
suerte, una oferta, 1500 pesos en Nuestra América, sabía que no lo iba a volver
a encontrar nunca más a ese precio, y me llevé un libro de Stella Calloni, “Operación
Cóndor: pacto criminal”, temática que es de mi interés. Por otro lado, mi
acompañante, se llevó el libro de Marina Franco, “Un enemigo
para la nación: Orden interno, violencia y "subversión", 1973-1976”. Recorrimos
una media hora más, otras editoriales, hasta que llegamos a algunos stands de otros
países como Chile, Uruguay, Perú, entre otros. Me detuve en el de Perú, no iba
a ser indiferente, obviamente, y estuve buscando libros de José Carlos Mariátegui
y José María Arguedas, pensaba en un regalo futuro, pero no me decidí por nada,
aún estoy en el proceso de selección del libro ideal para regalar. En esa
búsqueda me encontré con autores peruanos como Alonso Cueto y Julio Ramón
Ribeyro, que me retrotrajeron a la época del secundario, cuando vivía en Lima, donde
pude leer algunos de sus libros, como “La palabra del mudo” y “Los gallinazos
sin plumas” de Ribeyro, y, por otro lado, “La hora azul” y “El susurro de la
mujer ballena” de Cueto.
Para frenar la adrenalina de la búsqueda y el cansancio de
la caminata, salimos de ese sector en búsqueda de algo para comer y tomar.
Cuando nos fijamos la hora, era las 20:30 horas, buscamos opciones, pero
simplificamos, yo un café y ella se pidió una coca cola. Nos sentamos a
charlar, yo necesitaba, realmente, el café, había dormido tres horas y sentía
que no daba más. Fue agradable compartir con Camila, mi amiga, la visita y
charlar un rato de nuestras vidas agitadas y emboladas muchas veces.
Si hay algo que me quedó en el tintero, es el comprar un
libro sobre música, para ser más específicos sobre jazz y, también, sobre
Spinetta. Es una deuda que tengo conmigo misma, pero no me daba el dinero, a
eso le agregó que no hice el proceso previo de la búsqueda de un libro
específico sobre la temática de jazz, género musical que amo, o sobre un autor,
no consulte referencias o sugerencias en los días anteriores y no suelo comprar
improvisadamente.
Salimos, 21:30 horas, caminamos sobre Santa Fe en dirección
a Scalabrini Ortiz, donde cada una tomó caminos distintos.
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